Comienzan los Juegos
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Y en Google lo celebran de esta forma tan original:
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Y en Google lo celebran de esta forma tan original:
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Hoy me he encontrado en Microsiervos y en Halón disparado una cosa realmente curiosa, una revisión freakie del mapa del mundo! Se trata de un mapa donde los países están colocados donde la gente (yanquis, claro) cree que están. El resultado es impagable, de verdad.
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He de reconocer que estoy bastante pesadito desde el domingo, hablando sin parar del concierto de Brian Wilson. Sin embargo, en el post de ayer sobre el FIB apenas pasé de puntillas por el que, tal vez, haya sido el concierto de mi vida. ¿Por qué? Bueno, creo que no tengo palabras para expresar todo lo que viví el domingo durante esa hora y media… bailé, canté, grité y lloré como nunca! Así que creo que lo mejor será que recopile lo que han dicho otros sobre este concierto, el concierto que no olvidaré en toda mi vida.
Las camisetas oficiales del anciano Brian Wilson anunciaban desde días atrás la representación de «Smile», el disco que los Beach Boys, en el pulso creativo que mantuvieron con los Beatles, nunca llegaron a grabar y del que, desde hace casi cuarenta años, circulan por ahí maquetas y piezas sueltas. Pero no fue «Smile», del que sólo sonaron sus fragmentos más conocidos «Good Vibrations» y «Heroes And Villains», lo que brotó del escenario principal del FIB, sino los grandes éxitos de la banda californiana, recreados por un espléndido conjunto de instrumentistas y vocalistas que, a siete voces, corearon himnos como «Barbara Ann», «Surfin´USA» o «California Girls». Hasta los fieles del sermón de la montaña multitud que cada año sigue los conciertos, gratis total, desde una ladera anexa al recinto del FIB llegó, nítida y alegre, clara y salada, la espuma de las olas que soplaba Wilson.
Sentado, casi inmóvil, oculto por un teclado y dos pantallas en las que leía la letra de sus propios clásicos, el viejo compositor dirigió una función similar, sólo en aspecto, a la de una orquesta de segunda fila, de las que amenizan las cenas en la cubierta de un crucero avejentado. Cada espectador soñaba su canción favorita y la banda lo interpretaba… Todas eran de los Beach Boys. Todas eran de Brian Wilson. Y él estaba allí, con su camisa oscura de palmeras, el estampado de una de las mejores telas de la historia de la música, para sonreír. Dentro y fuera de «Smile».
Viaje de placer con mar de fondo. Bandera roja en la playa. Rompiendo la engañosa y hechicera frivolidad del concierto, surgieron tres monumentales y complejísimas piezas de ingeniería pop, las dos antes citadas, procedentes del álbum perdido de los californianos, y «God Only Knows», de «Pet Sounds».
Arte en movimiento y sin dirección, traducido en edificios cuyos planos fueron trazados en partituras de fantasía por un genio visionario y que, cuatro décadas después de su concepción, siguen sorprendiendo a quienes se aproximan a contemplar sus cimientos de cristal de azúcar. Brian Wilson, en el tejado de su obra, agarrado a una antena que recibe las vibraciones de otro mundo, volvió a tocar el cielo con la yema de los dedos mientras su grupo le susurraba al oído viejas canciones de surf. Todos a sus pies.
Apoyado por una gran banda, el ex líder de los Beach Boys ofreció, a sus 62 años, un recital de los que quedan para la historia: por música, actitud y resultado final. Sin levantarse de su órgano, fue desgranando algunas de las gemas pop que labró al frente del conjunto “surfero” por excelencia de los años 60 y repasó algunos de los temas de su menos conocida carrera en solitario. Tras lograr permanentemente una perfecta comunión con el público que acudió a verle, Brian Wilson logró llegar a un fin de fiesta donde todo su equipo sorteó las olas que provocan las notas de “God only knows”, “California girls”, “Good vibrations”, “Get it round”, “Barbara Ann” y, por supuesto, “Surfin´ USA”.
Ahora, la gran canción de la noche”, anunció Brian Wilson (el que fuera líder de los míticos Beach Boys) con la naturalidad del un niño más educado. Era God only knows . Ninguna de las más de 30.000 personas que, según la organización, pasaron el domingo por el recinto del Festival Internacional de Benicássim podría negárselo. Para muchos es la mejor canción de la historia del pop y su compositor la interpretó en la clausura del FIB 2004.
La media hora final, con una batería de hits de la época más playera de los Beach Boys —Help me Rhonda, Barbara Ann, Fun fun fun, Surfin´ USA… —, fue una fulminante inyección de felicidad colectiva. Sólo había que alzar la vista para ver miles y miles de personas con una expresión de gozo que no les cabía en la cara.
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Por fin. Mañana me voy a Benicàssim!
La verdad es que mi costumbre casi anual de acudir al FIB se estaba volviendo rutinaria… poco quedaba de aquella excitación con la que vivía las ediciones de los 90. Supongo que será el hecho de haber ido ya a muchos conciertos, el tener desmitificados a muchos artistas antes admirados, o simplemente, la pérdida de aquella inocencia.
Pero este año es diferente. He vuelto a contar, como antaño, los días que quedaban para desplazarme a Castellón. Y he vuelto a mirar con ilusión el cartel.
Este año espero encontrarme con mucha gente. Porque en el FIB, aunque hayan 40.000 almas apretujadas en el recinto, siempre te llevas sorpresas (gratas o no). Y también espero llevarme un buen saco de recuerdos imborrables a casa…
Sí, este año será especial… y creo que sólo echaré de menos a una persona.
Prometo volver el lunes para contarlo todo con pelos y señales.
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Continuando con la cartelística, hojeando otro libro me encontré esta ilustración, una cartel publicitario de pastillas para la tos. Las pastillas en cuestión se llamaban REM
Pues parece que al bueno de Michael Stipe le hizo gracia la coincidencia…
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Hace un par de meses, en plena época de exámenes, este libro se cruzó en mi camino. Carteles contra una guerra – Signos por la paz (James Mann, Ed. Gustavo Gili) recopila muchos de los trabajos que numerosos diseñadores gráficos de todo el mundo realizan desde hace un par de años como muestra de su repulsa a la invasión de Irak. Son imágenes que, abordando la temática bélica desde diferentes perspectivas, tienen la misma intención: inducir a la reflexión ante la barbarie de la guerra.
El caso es que he creído que dadas las circunstancias, estos carteles siguen tan vigentes como el primer día, por lo que os animo a descargarlos en la Red, ya que la mayoría de estos posters se distribuyen de forma gratuita en estas webs:
http://www.adamnieman.co.uk/posters http://www.anotherposterforpeace.com http://www.designaction.org/morelinks.html http://www.drawingresistance.org http://www.etapes-design.com/irak http://www.miniaturegigantic.com http://www.peaceposters.org http://www.protest-records.com http://www.protestposters.org http://reclaimthestreetsnyc.tao.ca/posters http://www.stopwars.org http://www.ten12.com http://www.waketheworld.org
Descargad los .jpg o .pdf que más os gusten, imprimidlos y haced que estén bien visibles en vuestros puestos de trabajo. Por desgracia, la guerra no ha terminado.
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Hace unos días os hablaba de mi nueva cuenta de correo en Gmail, lo contento que estoy con ella y lo bien que funciona. Y es que da gusto abrir el correo cada día y tenerlo todo ordenadito, en su sitio y, sobre todo, no tener que perder media hora cada día borrando mensajes inútiles.
Desde que utilizo internet, he tenido varias (muchas… demasiadas) cuentas de correo, y al final a todas les ha pasado lo mismo: se han llenado de correo basura, esa plaga que afecta a todos los usuarios de internet.
La mayoría de la gente piensa que esto es inevitable, pero se pueden evitar muchos de estos mensajes haciendo un buen uso del correo electrónico. Micrograph, en su constante y dedicada labor de “evangelización digital” (ejem) da unos trucos al respecto.
Veamos, básicamente existen tres tipos de correos que nos complican la vida:
Espero que estos consejos os sirvan de ayuda, y así, entre todos tratemos de evitar el correo basura. Casi toda la información la he sacado de la estupenda web de Eugenio Siccardi, ROMPECADENAS, así que si necesitáis más información pasaos por allí.
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Estoy sufriendo el verano con todas sus consecuencias: calor, picaduras de mosquito, desidia y pocas cosas que contar. Pero ayer me dieron un pequeño tirón de orejas por no escribir en este blog tan a menudo como debiera, así que desde YA hago propósito de enmienda. Veamos…
Bueno, reconozco que antes no me estaba ajustando del todo a la realidad. Ayer, una maravillosa anomalía en mi vida hizo que desempolvara un disco de la más fantástica anomalía del pop español: Vainica Doble.
Astro rutilante de la gran pantalla, fascinante y cínico play-boy de playa, campeón olímpico con diez medallas, hábil político donde los haya, magnífico varón, vencedor mítico de mil batallas: así era Juan en su imaginación que le hacía olvidar su condición para escapar y despegar de su rincón y despegar de su rincón para poder volar, volar, volar, triunfar, brillar. Lóbrego rincón de una portería donde no entra el sol y nunca es de día triste habitación húmeda y sombría sin ventilación un brasero de picón en la camilla por toda calefacción así vivía Juan con su imaginación, que le hacía olvidar su condición para escapar y despegar de su rincón y despegar de su rincón para poder volar, volar, volar, para olvidar. Lóbrego rincón de una portería coros sollozantes de necias vecinas uniéndose al son de un carraspeante transistor simplemente María Poderosa fantasía la de Juan, que, aún así, podía escuchar el mar en un caracol pintado en purpurina y volar tras la procesión de golondrinas pegadas a la pared verde veronés bajo la mirada divina de un sagrado corazón bajo la mirada doliente de las ánimas del purgatorio, bajo la mirada anodina de sus padres en el desposorio él, sentado, ceño fruncido, ella, de pies, tras su marido, dueño y señor, contemplándose a si mismo disfrazado de angelito alas de algodón el día de su primera comunión cuando aún creía que será, como el Barón Rojo, un héroe de la aviación, antes de tirarse por el balcón y quedarse cojo… volar, volar, volar. "Alas de algodón", de su cuarto LP "El eslabón perdido" (1980)
Fue una anomalía que a principio de los 70, en un panorama musical saturado de grises cantautores políticos, surgieran de la nada estas dos brujitas (Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen ) con un universo propio tan mágico como único.
Algunos las tachan de cursis y otros de se ser demasiado castizas (es cierto que sus letras son muy castellanas, algo que a veces choca entre los que vivimos en las periferias de la Meseta). Pero lo cierto es que a mí me recuerdan a dos yayas estrafalarias y gamberras cantando nanas teñidas de pop, totalmente ajenas a su tiempo y a aquel anodino entorno. Así que, ¡sí!, yo proclamo a los cuatro vientos que Vainica Doble son la casualidad más grande con la que se ha tropezado el pop español, y ya se sabe que nuestras vidas se construyen a golpe de casualidades, ¿verdad?
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El fin del mundo (cibernético)!!! Google no funciona desde hace horas debido a un ataque del virus MyDoom.
Más info en Dirson y en Slashdot
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Todo el mundo sabe que a los “chalaos musicales” nos encanta hacer listas: los 10 mejores discos para escuchar un lunes por la mañana, los 10 mejores discos para escuchar mientras te zampas unos ravioli, los 10 mejores discos para hacer punto de cruz, etc etc etc… Pues bien, en Pitchfork Media se han currado una lista (un poco más seria) de los 100 discos más importantes de los 70. El resultado, como casi siempre, tan educativo como polémico (yo creo que hay un par de ausencias escandalosas, pero en fin…). Juzguen ustedes mismos!